Puedes cruzar,si quieres,el océano
y estar al lado de alguien muy distante,
conociendo paisajes de otros mundos
a través del cristal de su ventana
con sólo recibir en un segundo
la foto capturada hace un instante.
Vivo esta realidad,pero recuerdo
la que también vivieron mis abuelos
cuando,en un barco lleno de viajeros
a esta tierra vinieron,
cada uno,con sueños diferentes
aunque de un mismo suelo...
Ella,con la ilusión de un casamiento
con alguien muy cercano a su familia,
que antes de su partida a mi Argentina
pagó por ella, el precio convenido
de aquella dote en oro y camellos.
Él,un aventurero clandestino
un hijo de pastores...¡libertino!
que se escapó escondido,sin papeles
ni documentos que avalen su destino
hacia un mundo por él desconocido.
Aquí se concieron...
Camila,una morena muy bonita
con unos rasgos árabes muy nítidos,
de mirada profunda y muy serena
que le daba ese aire reflexivo...
Manuel,un joven listo,desenvuelto,
lleno de picardía en su mirada
que con su hablar francés,casi perfecto,
cautivaba a esa niña enamorada
de otro hombre de su pueblo,
que la estaba esperando en este suelo.
Nunca supo de él,ni le importó,
vivió para Manuel en mi Argentina,
le dió seis hijos y él...muchos disgustos
que ella perdonó con su silencio
y murió tan feliz y agradecida
de haber sido,al final,su prometida...
Soy un retoño
de esta historia de amor que hace cien años
sucediera en mi tierra...
Y hoy pensando en lo fácil y ligero
con que este mundo actual acorta las distancias,
sonrío para mí y sóla me digo:
"Estos viejos venidos de otro siglo
vencieron las fronteras,los mares y los cielos
y sin redes virtuales de por medio,
tan sólo con su amor,se conectaron."
Arcoiris,06/12/08.
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